Conservación y restauración

Los yacimientos arqueológicos al aire libre sufren los efectos de la intemperie, por lo que las medidas de mantenimiento deben ser constantes para conservarlos en buen estado. Desde el momento en que se inicia una excavación arqueológica comienza el deterioro de las estructuras que se van exhumando.
El Castro de Viladonga, en el que empezó a excavar Manuel Chamoso Lamas en 1972, ha sido objeto de contínuos trabajos de conservación y consolidación que permitieron su supervivencia hasta la actualidad.
Hasta el año 2008 las intervenciones fueron puntuales, referidas a las áreas excavadas en cada campaña o bien reparando aquellos muros en los que las inclemencias ambientales iban produciendo daños. Desde esa fecha se ha acometido un proyecto integral de conservación y restauración de todo el yacimiento.